control de la paramixivirosis

14.02.2011 06:21

 PARAMIXOVIROSIS EN PALOMAS

La paramixovirosis de las palomas es una enfermedad de distribución 
mundial y está producida por un virus, más concretamente por el paramixovirus 
Serotipo 1 (PMV 1), diferente al PMV 1 que causa la enfermedad de Newcastle
en gallinas.
Afecta tanto a palomos deportivos como a  mensajeras, buchonas y 
palomas de fantasía.
En 1977 una variante del virus PMV-1 produjo un brote en palomas en 
Irak, pasando a Egipto en 1978. En 1981 aparece una epidemia en los 
palomares de mensajeras en países como Italia, Portugal, España y Malta. Dos 
años después la enfermedad ya se detecta en otros países como Bélgica, 
Holanda, Alemania e Inglaterra. Los síntomas observados en aquellas primeras 
palomas afectadas eran los siguientes: depresión, temblores, pérdida de 
apetito, tortícolis, parálisis de alas o patas, diarrea y alta mortalidad. Se 
descubrió que este virus era diferente del que producía la enfermedad del 
Newcastle en gallinas.
Una vez que la paloma entra en contacto con el paramixovirus, éste se 
multiplica en primer lugar en las zonas de entrada al organismo: ojos, nariz y 
boca. Dos o tres días más tarde el ave empieza a excretar el virus a través de 
secreciones del ojo, de la nariz y de la boca. Cuatro días después de la 
infección el virus ya se encuentra en las heces de la paloma.
El período de incubación, es decir, el tiempo que pasa desde que el 
ave se contagia hasta que muestra síntomas de enfermedad varía entre 5 y 35 
días. Esto supone que palomas contagiadas con paramixovirosis puedan 
transmitir la enfermedad incluso antes que ella muestre síntoma alguno de 
malestar.
La  sintomatología de la enfermedad ha ido evolucionando conforme 
han ido pasando los años. Entre 1983 y 1986, al comienzo de la epidemia, las 
alteraciones del sistema nervioso central eran los principales síntomas 
observados: tortícolis (ver fotos 1, 2 y 3), incoordinación de los movimientos de 
la cabeza, temblores de las alas, parálisis completa o parcial de las alas o 
patas, pérdida de equilibrio, imposibilidad de coger las semillas… La mortalidad 
en adultos era baja pero podía ser alta en pichones. Tras una semana las aves 
podían recuperarse de forma espontánea  y completa.Foto 1
Foto 2Foto 3
Con el paso de los años los síntomas nerviosos fueron cada vez menos 
frecuentes y más habitual la sintomatología renal: poliuria (aumento de la 
producción de orina) (ver fotos 4 y 5) y polidipsia (beber más de lo habitual). 
Estos dos síntomas pueden llegar a durar semanas. Si tras dos meses de 
enfermedad las aves no han curado, la polidipsia y la poliuria permanecerá 
durante el resto de la vida de la paloma, no teniendo por qué afectar al 
rendimiento deportivo del ave. La mortalidad suele ser baja (5%), muriendo 
fundamentalmente aquellas palomas que son incapaces de comer o beber 
debido a las lesiones del sistema nervioso.
Foto 4Foto 5
A finales de los años noventa los síntomas de  la enfermedad parecieron 
cambiar de nuevo: los vómitos y las diarreas complicaban los síntomas 
anteriormente descritos, pudiendo llegar la mortalidad hasta el 50% en casos 
severos. Las palomas podían aparecer muertas sin síntomas previos.
Entre 6 y 8 semanas después de comenzar la enfermedad las palomas 
dejan de ser portadoras del virus y por lo tanto ya no pueden contagiar a 
ningún otro ejemplar, incluso aunque aún sigan mostrando síntomas nerviosos 
o renales. Algunos ejemplares quedan estériles tras el paso de la enfermedad.
La paramixovirosis produce una mayor mortalidad en pichones, también 
en adultos que sufran además otras enfermedades. La recuperación de la 
enfermedad varía según los síntomas sufridos. Cuando se trata de lesiones 
nerviosas puede tardar hasta un año en recuperarse la paloma afectada, 
mientras que si son problemas renales la curación total puede tardar pocas 
semanas.
La prevención de la enfermedad pasa por la vacunación. En un 
principio, cuando no existían vacunas específicas de palomas, se usaba lo que 
existía en ese momento, es decir, las vacunas vivas para gallinas de aplicación 
tópica a nivel ocular, nasal o a través del agua de bebida. Con el paso del 
tiempo se fabricaron vacunas inactivadas específicas para palomas y de 
aplicación subcutánea. Algunas de estas venían en una emulsión aceitosa que 
podían provocar la formación de abscesos subcutáneos en el lugar donde se 
inyectaban (el cuello). Abscesos que la única forma de eliminarlos era mediante 
cirugía.
Desde hace algunos años las vacunas que están registradas en España 
vienen todas con adyuvante acuoso. La dosis administrada a cada ejemplar es 
de 0,2 ml, y se aplica bajo la piel del último tercio del cuello, es decir, lo más 
lejos posible de la cabeza y con  la aguja apuntando hacia la cola. Se usará una aguja nueva por cada paloma para evitar el contagio de otro tipo de 
enfermedades. En raras ocasiones una paloma muere tras administrarle la 
vacuna: en la necropsia se suele encontrar un gran acúmulo de sangre bajo la 
piel del cuello por la rotura de algún vaso sanguíneo al introducir la aguja.
Los pichones pueden vacunarse a las cuatro semanas de vida, 
desarrollando la inmunidad dos o tres semanas después. Como tras la 
vacunación las aves deben permanecer en reposo, la mejor fecha para vacunar 
los adultos es antes o después de la muda. El efecto protector de la vacuna 
dura aproximadamente un año.
La vacunación tiene como objetivo prevenir la enfermedad, pero no 
curarla. Por lo tanto ninguna ave enferma debe ser vacunada.
La vacuna debe mantenerse fría (2-8ºC) desde que sale del laboratorio 
hasta momentos antes de usarse. Romper la cadena de frío puede implicar la 
inefectividad de la vacunación.
Actualmente algunos colombicultores, siguen usando para sus palomas 
la vacuna viva de gallinas. Son dos las razones por lo que lo hacen: su precio 
es más económico y su fácil aplicación. Numerosos estudios científicos han 
demostrado que la inmunidad que produce esta vacuna viva de gallinas en 
palomas es insuficiente para protegerlas contra la paramixovirosis, por lo tanto 
las aves quedarán desprotegidas frente a la enfermedad si tuviesen 
posteriormente contacto con el virus.
Cuando surge la paramixovirosis en el palomar, al margen de vacunar a 
todas las palomas aparentemente sanas, el colombicultor debe tomar una serie 
de  medidas para evitar que la enfermedad se propague por todas las 
instalaciones:
ÿ Como el contagio es vía oral o aérea se debería aislar 
rápidamente todas las aves enfermas o sospechosas del resto. 
Cuanto más lejos  sean llevadas del palomar, menos peligrosas 
resultarán.
ÿ Aquellas palomas que estén muy afectadas deberían ser 
sacrificadas.
ÿ Limpieza y desinfección escrupulosa de todas las instalaciones, 
sobre todo del lugar donde surgió la enfermedad. Deben usarse 
desinfectantes de amplio espectro a las dosis indicadas por el 
fabricante. La lejía es una buena opción. La limpieza y 
desinfección debe ser semanal.
ÿ En ocasiones es el propio colombicultor el que sirve de medio de 
propagación de la enfermedad. Para evitarlo debe mantener una 
meticulosa higiene en ropa, zapatos y manos. Las palomas 
enfermas serán siempre las últimas en ser atendidas.ÿ Si la enfermedad coincide con la época de cría es conveniente 
separar las parejas reproductoras hasta que se solucione el 
problema.
ÿ No deben incorporarse animales nuevos al palomar hasta que no 
se haya resuelto la enfermedad.
ÿ Como a veces la paramixovirosis  se complica con otros agente 
patógenos (lombrices, coccidios, tricomonas, salmonella, etc.) es 
conveniente acudir a un veterinario experto en palomas para que 
realice las analíticas pertinentes y recomiende el tratamiento 
adecuado para ese palomar en concreto.
La paramixovirosis es una enfermedad que ha venido para quedarse. La 
mayoría de los aficionados  a las palomas la conocen o la han sufrido en sus 
aves. La única prevención es la vacunación con vacuna inactivada específica 
de palomas de aplicación subcutánea. Numerosos estudios científicos y mi 
experiencia como veterinario (trabajando con palomas desde 1992) han 
demostrado que la vacuna viva de gallinas no sirve para palomas. 
Cualquier colombicultor que crea estar sufriendo un brote de 
paramixovirosis en su palomar debe ponerse en manos de un veterinario 
especialista en aves para poner freno a la enfermedad.

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